Casa Chautemps, donde un poeta conoció el amor.
Frente a la parroquia de Sa Pereira, al otro lado de la calle, una vieja esquina posee un viejo edificio de otros tiempos. Se trata del negocio de ramos generales, “Casa Chautemps”, una enorme construcción de ladrillos desnudos del siglo XIX que se mantiene de pie desafiando al destino. El tiempo olvido el frío día que por última vez sus persianas descendieron con un sonido metálico para nunca mas elevarse.
Podemos llamarlo caprichos del destino, o quizás sean los espectros de recuerdos que manipulan nuestras existencia, lo real, es que viví parte de mi infancia en esta localidad a metros de esta enorme casa que atraía mi atención como queriendo susurrar algo que no comprendía.
Mucho tiempo después, hace un par de meses, vuelvo a encontrarla y esa extraña sensación se volvió a hacer presente. Robe unas fotos al edificio y me marche olvidándome de él, hasta que su secreto se me revela casi por accidente. Su interior guarda recuerdos e historias que de a poco se esfuman, quizás entre ellas la de un primer beso. Es que si no me equivoco, inconscientemente, fue la pieza clave en el inicio de una historia de amor que nació entre sus muros.
Fue a principios del siglo XIX cuando un joven poeta de otras tierras llega a Sa Pereira, a trabajar como contador en el ramos generales de Alejo Chautemps. Con el pasar del tiempo el mundo lo conocerá por su nombre y apellido, José Pedroni. Allí trabajó y conoció a la hija de Alejo, Elena Chautemps, quien se convertida en su esposa y compañera fiel. El 27 de marzo de 1920, su estado civil se transformaría para siempre al contraer matrimonio con Elena Chautemps, una mujer con la cual llegaría a tener cuatro hijos. De ellos, sólo Ana María decidió seguir los pasos de su padre. Un año después después de su matrimonio, el 17 de Marzo de 1921, nace su primer hijo, Omar Tulio. Ese mismo año se traslada a Esperanza donde se emplea en la Fábrica Nicolás Schneider, en la cual trabajó como contador durante 35 años. Si bien nació en Gálvez y vivió la mayor parte de su vida en Esperanza, fue en Sa Pereira donde comienza a conocer la historia de los primeros colonos, historia que reproducirá en sus versos.
Los viejos muros de ladrillos resisten en silencio en su vieja esquina, viendo como poco a poco su pueblo va cambiando, viendo el paso del tiempo. Ya no es uno de los engranajes principales en la formación de su pueblo, pero sobrevive para susurrar que los grandes talentos y los grandes sueños, no son exclusivos de los habitantes de las enormes ciudades ni mucho menos. Son de personas que están por doquier, quizás seas uno de ellos, pero lo verdaderamente importante es que lo sepas descifrar a tiempo, y luches por ellos, y no ser uno mas de la manada.
Rafael Theller
Que lindo saber estas historias de vidas, ver estas fotos, a pesar de vivir en la misma ciudad y casi en el mismo barrio, recién me entero donde conoció a su esposa.
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