El Honguito (San Fabian, Santa Fe)
Muchos otoños atrás, tanto que se han perdido en la memoria, los hombres dieron vida a un coloso de ladrillos y hormigón. Hombres valientes, llenos de coraje y sueños, como ya no hay. Con el esfuerzo de sus manos dieron forma al cilíndrico cuerpo, y le trasmitieron algo de sus personalidades, quizás algo que podríamos llamar alma.
Un día entre los años 1925 y 1930, el sol emergió desde las profundidades del río y lo encontró de pie, en la costa del río Coronda, en jurisdicción perteneciente a San Fabián, departamento San Jerónimo, Santa Fe. Allí lo vio lleno de bravura y coraje, como sus padres, al llamado popularmente “El Honguito”. Nació para contener las bombas de agua que se encargaban de alimentar la arrocera Chalbau&Olazo, la segunda de la zona, después de la del señor Arosa, en Puerto Aragón. Desde ese día cumplió su labor desafiando al viento, al río, al tiempo y al destino. Tenía un objetivo en común con esos seres laboriosos, y nada, ni nadie, haría que desista de cumplir su misión.
El tiempo siguió su cauce normal, su rutina, hasta aquella mañana, que el enorme río sintió ENVIDIA. ¿Por qué él tenía que estar a los pies de esa estática construcción? ¿Quién era ese montón de barro cocido para estar observándolo desde lo alto? El río calló su rabia, le sonrío, y el destino de “el honguito” decretó. Él por su parte lo ignoraba, miraba al sol, quería ser como él, elevarse hacia lo alto, aunque sabía que sus pies estaban atados a la tierra.
Callado, el río comenzó a crecer y crecer, para cumplir su malvado objetivo, devorarlo y arrastrarlo hacia el olvido. Sin cesar continuo avanzando, hasta que logró mojar aquellos firmes pies. Pero el honguito no temía, tenía el alma de sus padres y se mantuvo firme. Se ha perdido el tiempo en que las olas golpearon y golpearon su cuerpo, sin éxito, y a la arrocera. Esta ultima no soportó la furia del río y pereció. Por su parte el honguito se mantenía, estoico, desafiando a aquel que lo agredía, hasta esa mañana… Esa mañana que todo crujió bajo y sobre él. Sintió como su cuerpo tembló en el momento que el río le arrebató sus motores, y las olas lo golpearon con tanta furia como jamás había visto. El fin había llegado, nada podía hacer contra el destino, y lentamente vio como el agua lo engullía sin piedad, golpeándolo oleada tras oleada. Ya no había por que luchar. Se abandonó ante aquel despiadado destino, envuelto en millones de burbujas que se elevaban a su alrededor, tratando de salvarlo. Fue cuando vio elevar aquella ultima burbuja, a la cual observo hasta que emergió por sobre el cuerpo acuoso, cuando un rayo de sol se filtro y lo tocó, como el brazo fuerte de un amigo. Fue cuando esa última burbuja se esfumó, cuando recordó el espíritu de sus padres, y como había soñado tantas veces hizo como el radiante sol, y emergió desde las profundidades del río. Para el no fue un final, fue un nuevo comienzo, se convirtió en la muda voz del pasado.
Desde aquel día de 1966, el río cambio su curso, acercándose unos 20 metros mas a la costa, esperando en silencio. Hay épocas que se retira humillado, para regresar con furia, esperando el momento de cumplir su venganza, mientras el honguito se mantiene desafiando a su destino, como lo hicieron sus creadores.
Hoy los hijos de aquellos, disfrutan de buenos momento de pesca o de paz, a junto a él, desconociendo el pasado, quizás imaginando historias. Es que el honguito se reinvento para convertirse en un símbolo que nos inspire… El venció a la adversidad, contra todo pronóstico se mantuvo de pie, como sus creadores… como siempre debes hacer vos, en estos tiempos difíciles.
Rafael Theller
Que hermosa historia y muy buen relato
ResponderEliminarmuchas gracias
EliminarPrecioso!
ResponderEliminargracias
EliminarHermosa historia FELICITACIONES
ResponderEliminarMil gracias
ResponderEliminarhermoso relato amigo,esa es la historia que debemos conocer y no dejar que pase al olvido,hombres y mujeres,que lucharon para hacer grande a esta nacion,ejemplo que lamentablemente hoy,no sabemos imitar,un abrazo.-
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