CAMPO AIASSA ( o Campo Carigniano)
En 1938 la población rural de la región era tal, que es necesario la edificación de una escuela rural en el área, a la que llamaran escuela rural n 877 General Manuel Belgrano. El señor Carignano dona parte de sus terrenos para la edificación por lo cual el paraje recibe el nombre de Campo Carignano. Mientras la construcción avanza, la institución funciona en la vivienda del Señor Aiassa. Por tal motivo, se dirigen al ministerio de educación y cambian el nombre del lugar por Campo Aiassa, lo que provoca una guerra entre las familias. Otras de las versiones de trasmisión oral, dice que los terrenos fueron donados por los hermanos Aiassa y los edificios por los vecinos del sitio. Mas allá cual sea la historia real, al lugar hay personas que hasta el día de hoy lo nombran como Campo Carignano. Desde el 2017, 79 años después de nacer, el silencio y la soledad deambulan entre el matorral, disfrutando la propiedad que pertenecía a los niños. El busto de Belgrano se mantiene rígido, ignorándolos, con sus ojos puestos en el camino, recordando… Recuerda su primer día, cuando el señor Atilio Ceriotti lo entregó como donación a las autoridades del establecimiento educativo.
Recuerda los bailes en honor a Santa Rosa de Lima, que se realizaban en una carpa, a las familias unidas riendo disfrutando del momento, a los niños corriendo sin control ni dirección. Recuerda cuando en la década del 90 el edificio sufrió una enorme transformación, donde se le agregaron un enorme salón de acto, aulas, patio cerrado con escenario, entre otras instalaciones, cosas con las que jamás soñó. El busto observa mas allá de la vegetación, esperanzado, que los niños asisten al colegio y jueguen trepándose en él. Pero solo el viento lo visita y serpentea hasta las galerías de la 877. A veces se antoja de tocar la campana… a veces, pero no lo hace y se marcha dejándola nuevamente sola.
Frente a ella la vieja capilla de Santa Rosa, abrazada a su fe, espera un milagro, no ser víctima del tiempo y la desidia. En otro tiempo hasta se festejaba su día con una gran fiesta, en que las familias llegaban de todos lados, pero hoy se encuentra huérfana, atrapada por el olvido. La pequeña estatua vigila desde su fachada a los viajeros, esperando que alguien se detenga, pero solo el polvo del camino se acerca a la puerta. Por su parte, la campana ya no recuerda su voz. Este recinto sagrado se construyó en 1950, su creador, el señor José Marengo. Su santa patrona es Santa Rosa de Lima, ya que a poco tiempo de ser inaugurada, la famosa tormenta de Santa Rosa le arrancó el techo. Los vecinos volvieron a colocárselo, y tomaron a esto como una señal divina, designando ahí a la actual patrona. En 2013 Lorena Battisti restauró algunas imágenes, que en la actualidad no se encuentran, vaya a saberse su destino.
Hoy los descendientes de José Marengo, han escuchado las mudas suplicas, y se están organizando para restaurarla. Espero lo logren y por fin pueda contar un FINAL FELIZ.
A unos metros en la intersección de los caminos, un complejo grupo de edificios, de aspectos hoy calaverico, daban forma a una enorme cremería, que daba trabajo y techo a familias del lugar. El nombre “La Codiquea” Si bien la fecha de su inicio se perdió, la fatal fecha de su cierre fue en 1994 y sigue muy vigente en el corazón de muchos. Su ultimo dueño, el señor Rubén Barra y su ultimo maestro quesero el señor Ramón Stoll. Hoy se encuentra vacio, deteriorándose. Sus enormes sótanos destinados a la maduración de las hormas de queso, están inundaros. Solo roedores la habitan. Sus muros recuerdan aquella época gloriosa, donde era punto de encuentro para todos los tamberos, y de ahí se cruzaban al bar de enfrente, junto a la escuela.
Actualmente dicho bar sobrevive en forma de recuerdo, lamentándose su fatal destino.
Hoy el paraje que supo estar lleno de vida, duerme en brazos de la soledad, mientras su techo da refugios a esos extraños espectros a los que llamamos recuerdo.
Continua de pie a pesar de todo, homenajeando a sus creadores, gritando sin voz al mundo que allí, una región supo dar sus primeros pasos sin miedos... con el pecho lleno de coraje.
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