Los Silos de San Mariano
El sonido de la motocicleta se funde con el viento mientras avanzo por traicioneros caminos rurales. La falta de lluvia los ha convertido en verdaderos colchones de una especie de talco, lo que me obliga a marchar a muy baja velocidad, y una que otra vez ponen a prueba mis reflejos, pero continuo, el deseo de atrapar la historia es mayor. A mi lado el campo se expande cambiando de apariencia kilometro a kilómetro desde verdes extensiones de cultivo hasta una especie de desierto salino, muy cerca de un viejo arroyo. Ruinas de viejos hogares emergen aquí y allá, donde antes habitaban familias hoy deambulan tímidos recuerdos apañados en los brazos de la soledad.
Voy en busca de unas extrañas construcciones de las cuales hace tiempo me han hablado. Construcciones cuyos creadores se desconocen y que mas de un lugareño asegura superan largamente los cien años. Sobrevivientes a otros tiempos, se elevan como una especie de monumento no declarado de lo que fue, dando testimonio de un ayer al que busco. Navego por casi una hora a la deriva por los polvorientos arroyos de tierras a los que llamamos camino cuando casi por accidente el primero de tres aparece a mi vista. Detengo bruscamente el motor y lo observo allá lejos en medio del campo. Extraigo de mi mochila mi arma, una veterana maquina Kodak para ampliar la imagen cuando veo a la segunda construcción, mucho mas cerca, pero todavía varios metros tierra adentro. Adelanto mi andar y al detenerme a fotografiarla diviso la línea perfecta que hay entre ambas, pero no logro captarla. Se de la existencia de una tercera muy cercana a un camino y voy en su búsqueda. No son muchos los minutos que deambulo cuando la encuentro, un poco mas apartada de sus hermanas.
Detengo mi andar a sus pies y lo contemplo. Una enorme construcción cilíndrica, de gran altura, de ladrillos desnudos coronada por una cúpula. Luego al acercarme descubriré que esta conformado por dos paredes, una exterior normal y un muro interior que entre cada hilera de ladrillos lleva un largo hierro como refuerzo. Su creador y la intención se han perdido en el tiempo, algunos aseguran que pertenecen a una vieja estancia hoy fragmentada, otros dicen que por allí pasaba una línea férrea cuyas vías se han levantado hace más de medio siglo y otros entre carcajadas aseguran que son monumentos de índole sexual. Por mi parte, a simple vista asegundaría que se trata de viejos silos, aunque construcciones como esta no he visto en otro lado en mas de dos años de cazar historias por los campos, se de su existencias en otras partes del país. Según me comentan algunas personas aseguran que allí se guardaban granos mientras otros dicen que era el forraje del ganado el que se almacenaba en su interior.
Recorro su entorno hasta descubrir una apertura por la cual ingreso con cuidado. La voz del viento retumba en su interior como una especie de bramido, quizás me grita algo que no se comprender. ¡¿Quizás esa era su función?! ¡¿Comunicarse con el viento y los espíritus que residen en él?!
Extraños tótem de otros tiempos, columnas dispuestas en triangulo una con otra, vaya a saber siguiendo que capricho geográfico, allí se elevan al cielo desechadas por quienes le dieron vida. Son huellas de un ayer que se resiste a marchar y que con alegría reciben cada nuevo amanecer o confían a las estrellas sus secretos. Llegue nada sabiendo y me marcho de igual manera y me alegra que sea así, a veces los misterios deben continuar siéndolos, para atraer nuevas miradas a lo que fue.
La voz de mi motocicleta resuena en la inmensa nada y pego un último vistazo a la obra de antaño, mientras detrás el sol se acerca al horizonte comenzando a teñir el cielo de ese naranja mágico. Sonrío, se que “El Silo” continuara como un faro hacia la historia por muchas décadas mas.
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