Huellas del pasado

El Puerto Olvidado: La Historia de Puerto Oroño

Un susurro en un libro polvoriento, una frase perdida en el tiempo, me arrastró hacia Puerto Oroño. Un nombre casi borrado, un eco que apenas resuena en la memoria colectiva. ¿Qué fue de este puerto olvidado? ¿Un mito? ¿Un sueño? Mi espíritu aventurero no pudo resistir el llamado. Así comenzó un viaje para desenterrar su historia, una odisea que me llevó a los confines del pasado. Sin pensarlo, di marcha a mi fiel compañera de viaje, mi moto, y con el rugido del motor resonando en mi pecho, rodé hacia lo desconocido.

San Fabián: El Primer Susurro del Misterio

Restos de Puerto Oroño,San Fabían, Santa Fe

Todo comenzó en San Fabián, un pequeño pueblo del Departamento San Jerónimo, Santa Fe. Al llegar de inmediato, pregunté a los vecinos por Puerto Oroño, por Puerto Las Piedras, pero solo hallé miradas esquivas y silencios cargados de enigma. Los lugareños parecían guardianes de un secreto, renuentes a compartirlo, o tan solo ignoraban su existir. Hasta que un anciano, con la voz temblorosa por el peso de los años, dejó caer un murmullo: un lugar borrado por el tiempo. Sus palabras, frágiles pero encendidas, señalaron un camino más allá del horizonte. Pero antes de partir, me detuvo con una advertencia: “Ya nada queda en ese lugar”. Sonreí, con el eco de tantas advertencias similares resonando en mi mente, sabiendo que la carretera siempre revela lo contrario.

Arranqué mi moto, el motor vibrando como un latido, y me lancé por senderos rotos, guiado por la promesa de un descubrimiento que hacía rugir mi corazón.

El Gaucho: Un Encuentro con el Pasado

La frustración acechaba tras horas de búsqueda inútil. Pero entonces, como un relámpago en el horizonte, emergió un gaucho a caballo. Su figura, tallada por el sol y el tiempo, parecía arrancada de una leyenda. Yo, con mi corcel de hierro, y él, con su caballo firme, éramos un choque entre el presente y un pasado vivo. Su mirada profunda me estudió, y con un gesto mínimo, señaló el rumbo.

Ese instante fue un chispazo de esperanza. Seguí su dirección, llevado por un instinto que gritaba: ¡Sigue adelante! ¡Sigue el camino!

El Honguito: Un Portal al Pasado

Y entonces, lo vi. El Honguito, una estructura antigua que se alza desafiante contra el río y el olvido. Sus muros, erosionados pero orgullosos, susurraban historias de un tiempo vibrante. El paisaje, una pintura viva de agua y cielo, me envolvió en una emoción indescriptible. Estaba parado en un umbral al pasado, donde cada piedra contaba una verdad perdida. Pero Puerto Oroño, aún esquivo, seguía llamándome desde las sombras.

El Monolito: El Último Guardián de la Historia

Restos de Puerto Oroño,San Fabían, Santa Fe

La búsqueda no terminó. En un recodo del camino, un pescador llamado Sergio me miró con desconcierto al mencionar Puerto Oroño. Pero al hablar del monolito, algo cambió en sus ojos. “En la estancia”, dijo, señalando un horizonte que parecía infinito.

Llegué a la estancia bajo un coro de ladridos y un paisaje que parecía pintado por los dioses. Allí, a lo lejos entre la maleza, se alzaba un monolito, que supo ser la base de un busto a Leandro N. Alem, el primer monumento eregido en argentina en su honor, tras su muerte. Un verdadero centinela de piedra, testigo mudo de un tiempo olvidado. En su base, una placa gastada por los años reveló su secreto: “Los vecinos de Puerto Oroño al primer argentino de su época, Leandro Alem, 1896”. Mi corazón se detuvo. Este no era solo un monumento; era un grito de la historia, un eco de un pueblo que se niega a desaparecer.

Puerto Oroño: El Auge y la Caída de un Sueño

1898- SUBPREFECTURA DE 4TA CATEGORÍA DE OROÑO (O “PUERTO OROÑÓ”)

En su apogeo, Puerto Oroño fue un latido vital en la región. Tras la batalla de Caseros, los puertos del litoral cobraron vida, siendo arterias del comercio de cereales, frutos y ganadería. En 1897, con su subprefectura de cuarta categoría, Puerto Oroño era un faro de progreso. Pero el destino es implacable. El ferrocarril redibujó el mapa económico, y los puertos, uno a uno, se desvanecieron en el olvido.

En 1905, una inundación catastrófica arrasó con lo que quedaba, sellando el fin de Puerto Oroño. Hoy, solo el monolito sobrevive, proyectando su sombra sobre el río como un guardián solitario, susurrando a quien quiera escuchar: Aquí hubo vida, aquí hubo gloria.

Un Legado que Vive en el Viento

Placa centenaria ubicada en el monolito de Puerto Oroño

Puerto Oroño no es solo un lugar; es un recordatorio de que el pasado nunca muere del todo. Cada paso en esta aventura, cada encuentro con gauchos, pescadores y monolitos, me enseñó que la historia vive en quienes se atreven a buscarla. Si alguna vez pasas por San Fabián, detente. Escucha el viento. Quizás, en su susurro, oigas el eco de Puerto Oroño.

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Rafa Theller

Rafa Theller, creador de Siguiendo Caminos. Viaja en moto tras las huellas del pasado, buscando voces, ruinas y recuerdos que aún resisten al olvido.

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