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La tragedia de Estación Primavera: 200 metros de horror

Monolito estacion primavera, siguiendo caminos
Monolito en memoria de la tragedia.

El 29 de marzo de 1954, la tranquilidad de la llanura bonaerense se rompió en mil pedazos. El reloj marcaba las 12:55 cuando la locomotora Nº 111 avanzaba con determinación sobre los rieles del Ferrocarril Mitre, arrastrando a “El Huemul” en su recorrido hacia Rosario. Cada estación que dejaba atrás era un testigo silencioso de la rutina ferroviaria, donde el silbato del tren anunciaba su paso con la certeza de siempre.

A bordo, el maquinista José Mellaro y el foguista Basilio Ángel Tenci mantenían el control de la pesada formación, mientras el guarda Arturo Moretti supervisaba el orden de los vagones. Pasajeros y carga compartían espacio, confiando en la solidez del acero y en la experiencia de quienes manejaban la máquina. Nada parecía fuera de lo normal, solo otro viaje más en la interminable red ferroviaria del país.

Sin embargo, a la altura del kilómetro 557, la historia cambiaría para siempre. En dirección opuesta, un colectivo avanzaba por el camino de tierra, envuelto en la nube de polvo que levantaban sus ruedas. Había partido desde Coronel Suárez con destino a Huanguelén, llevando consigo una carga mucho más valiosa que cualquier tren: vidas, sueños, familias. Algunos pasajeros conversaban animadamente, otros miraban por la ventana sin saber que estaban a punto de ser parte de un destino trágico.

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Colectivo, El Veloz

La tragedia de Estación Primavera: 200 metros de horror

El cruce se acercaba. Un instante. Un latido. Una fracción de segundo que definiría todo.

El estruendo fue ensordecedor. La locomotora, imparable como una bestia de hierro, impactó de lleno contra el colectivo. La estructura del ómnibus crujió como una rama seca, y en cuestión de segundos fue arrastrado por 200 metros, envuelto en un torbellino de metal, cristales rotos y gritos ahogados por el caos.

El polvo y el vapor del tren se mezclaron en una nube densa que se elevó al cielo, como si la tierra misma lamentara lo ocurrido. Varios vagones del tren descarrilaron por la violencia del impacto, dejando un paisaje de destrucción y desolación a su paso. Cuando finalmente el movimiento cesó, solo quedaron los restos de una tragedia inimaginable.

22 vidas se apagaron en aquel cruce. 22 nombres que nunca llegaron a su destino. Entre los escombros y la confusión, cuatro pasajeros lograron sobrevivir, aunque cargando en su memoria una herida que nunca sanaría del todo.

Placa de bronce, estación ferrocarril, - siguiendo caminos
Placa en memoría de los caídos

El impacto de la tragedia no quedó solo en aquel rincón olvidado del mapa. La noticia se esparció como pólvora y conmovió a todo el país. Las imágenes del desastre llenaron las portadas de los diarios, y el nombre de la estación Primavera quedó grabado en la memoria colectiva con un significado sombrío.

El silencio de los años

El tiempo, implacable, siguió su curso. Las estaciones cambiaron, las vías se oxidaron y el bullicio de los trenes se apagó poco a poco. Hoy, el escenario de aquella tragedia es un rincón casi olvidado, donde la naturaleza ha reclamado su territorio. El paso a nivel, antes testigo de un ir y venir de viajeros, ha sido devorado por la vegetación. Las malezas ocultan las huellas del pasado, como si intentaran sepultar el recuerdo de aquel fatídico día.

Estación ferroviaria primavera
Estación primavera, ferrocarril Mitre, Coronel Suárez, Bs As.

Pero no todo ha desaparecido. En medio del abandono, un monolito solitario se mantiene en pie, como un guardián silencioso de la memoria. Allí, entre el viento que susurra entre los pastizales y los rieles que aún resisten el paso del tiempo, la historia sigue viva.

Porque hay tragedias que no pueden ser olvidadas. Hay nombres que merecen ser recordados. Y hay caminos que, aunque cubiertos de polvo y olvido, siguen contando sus historias para quienes estén dispuestos a escucharlas.

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Rafa Theller

Rafa Theller, creador de Siguiendo Caminos. Viaja en moto tras las huellas del pasado, buscando voces, ruinas y recuerdos que aún resisten al olvido.

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